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Oct 17, 2019

Amor Eterno

 by Daniel Beltran

En todos los libros de biología elemental nos enseñan los ciclos de la vida; naces, creces te reproduces y mueres. Es curioso como en ninguno de ellos te explican las emociones que estos te producen a ti y a tu entorno. Los tres primeros ciclos te llenan de felicidad, pero toda esa felicidad viene sin una advertencia muy importante: la vida es prestada y como cualquier préstamo, en algún momento se tiene que regresar. Ningún libro explica el dolor que causa llegar a esa cuarta y final etapa, probablemente sea parte del egoísmo que fundamenta las culturas occidentales, puesto que en lugar de llenarnos de regocijo porque ese ser especial alcanzó un estado de paz que en vida jamás experimentaremos, solo sentimos que la vida se nos acaba sin ese ser tan amado. Pero ¿cómo hacer para encontrar la felicidad en la perdida? ¿cómo hacer para olvidarnos de nuestro dolor y realmente entender que esa persona que se ha ido, está alcanzando una felicidad plena?

 

Quisiera tener respuesta a lo anterior, lamentablemente no la tengo. Hace tan solo dos semanas perdí a mi Abuelita, perdí a uno de los seres que más llenaban de luz mi existencia, y cada día me pregunto ¿cómo hacer para levantarme? ¿cómo hacer para seguir, para encontrarle sentido a la vida? Si la persona que más me motiva a luchar, ya no está. La respuesta que me doy ante todas esas preguntas es: solo lo haces. Aunque cada parte de mi esté rota en pequeños pedacitos, cada mañana intento pegarlos y finjo que estoy entero para seguir. Porque si en vida ella era la razón que me motivaba a seguir, ahora eso no tiene porque cambiar, porque debo honrarla a ella y a todos los esfuerzos y sacrificios que hizo para verme feliz, porque debo superar mi egoísmo terrenal y aprender que su felicidad está en la mía y que si tanto la amé como digo, ahora es cuando debo demostrarlo. Por amor a ella debo probarle que puedo solo, por amor a ella debo luchar con más fuerzas, para dejarla ir a disfrutar ese cielo que se ganó desde que pisó esta tierra.

 

Desde muy pequeño, mi abuelita me enseño que la distancia es efímera y crece hasta donde nosotros se lo permitamos. Sonará a filosofía de la Nueva Era, pero si decretamos que la distancia es nula y que el amor es infinito, nunca más estaremos lejos de nadie. Así que en este momento, mientras escribo esta carta decreto que ninguna distancia, ni siquiera la distancia hacia el más allá, me alejará de ti, porque solo bastará con que cierre mis ojos para verte, solo eso bastará para sentirte junto a mí, te pido perdón por estas lágrimas, pero te prometo que por cada lágrima que derrame, te enviaré una sonrisa al cielo, y con cada sonrisa recordaré cada uno de los momentos juntos que la vida nos regaló.

 

Te agradezco por todas las horas que estuviste junto a mí, te agradezco por creer en mí como pocos lo hacen, te agradezco por regalarme a mi mamá, el regalo más hermoso que me diste, te agradezco por tu entrega. Basta ver una de tantas fotos donde te escondías mientras nos sostenías, porque no querías robarnos protagonismo, solo te importábamos tus nietos, nada más. Te agradezco por hacerme sentir una estrella, te agradezco por mis chocorramos y mis dulces, te agradezco por tanto amor, y le agradezco a la vida porque de todas las abuelitas en el mundo me tocaste tú. Ahora es tu turno, es tu turno para ser completamente feliz, para no pensar en nadie más, para descansar. Te pido que no te preocupes, vete tranquila, solo prométeme algo: que pedirás permiso en el cielo para visitarme en mis sueños y llevarme a jugar con el osito de la Osa Mayor,

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”…Me ha dicho el perro que le diga al gato

Que el elefante le contó al ratón

Que la coneja dijo a la anaconda

Que esta mañana está más triste el sol

Amigo Félix

Cuando llegues al cielo, hazme sólo un favor  

Quiero ir contigo, a jugar un ratito

Con el osito de la Osa Mayor...”

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Agradezco infinitamente este dolor tan grande, porque es directamente proporcional al amor que ella me dio, y es una bendición sentir tanto dolor porque solo significa que por 28 años sentí un amor aún más grande que este sufrimiento. Por 28 años conocí una felicidad que pocos experimentan en una vida entera. Esta edición se titula “Fashion throughout time” pues, así como la moda permanece a través del tiempo, así mismo lo hace el amor. El amor nunca desaparece, viaja por el tiempo junto a nosotros y no hay pena que pueda hacerlo desaparecer. El amor es eterno, no pasa de moda, el amor es el antídoto para superar el dolor.

 

Si alguno de ustedes que lee esta revista mes con mes, está atravesando un dolor similar, los invito a hacer este ejercicio junto a mí, escriban una carta al cielo agradeciendo por cada momento con ese ser tan querido, escríbanla con la certeza que esa persona está leyendo esa carta. Permítanse escuchar a su corazón, a través de él escucharán a todos esos ángeles que se han ido, que ahora tienen alas y vuelan muy cerca de nosotros. 

 

Recuerden que el amor es eterno

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