May 29, 2017
Pablo Melgarejo
Me desenvuelvo en un mundo en donde el arte es diseño y el diseño es arte. Ambos van de la mano y no muchas personas pueden verlo de esa forma.
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Me considero un artista debido a que disfruto expresar y desarrollar mi imaginación a través del diseño. La imaginación es una herramienta muy poderosa. Cierro mis ojos y presencio las maravillas que la mente humana puede alcanzar. La concepción pura de las cosas. Como diseñador tengo la oportunidad de tomar todas esas ideas creativas que yacen en mi mente, y transformarlas en algo tangible.
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A la hora de emprenderme en alguna obra o proyecto, muchas veces veo el proceso demasiado difuso, lo único que mi mente me permite ver es el resultado final, a donde quiero llegar y que deseo evocar. Luego de ese milisegundo en donde veo la imagen con claridad, mi mente estalla y originan todos esos detalles que conllevan a mi proceso de creación, como por ejemplo tamaños y escalas, herramientas, materiales y texturas, luz, sombras y color, etc.
Se dice que uno come por los ojos, ya que la mente al ver la comida decide que tienes hambre. Para mí, toda forma de arte y diseño hace lo mismo. En la mayoría de casos, la estética de las cosas atrae la vista y te captura. Es por esto que siempre he considerado que la presentación es a lo que más importancia le doy a la hora de crear, lo que me ha vuelto meticuloso y perfeccionista.
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Aplico esta filosofía a todo lo que hago. Soy una persona muy perceptiva y multifacética. Hago muchas y diferentes cosas porque muchas y diferentes cosas me inspiran. Siempre he dicho que soy de esas personas que ponen atención antes a la melodía y no a la letra de una canción, o a los colores de una composición antes que a su significado, y es porque trato de percibir la concepción pura que da un artista a su trabajo, y eso me inspira.